domingo, 26 de octubre de 2008

Notas de lector de los cuentos de Salinger

Un día perfecto para el pez plátano

El cuento comienza con un narrador en tercera persona describiendo las acciones de una chica que intenta comunicarse telefónicamente con su madre desde un hotel. El narrador se detiene en los detalles más banales de la conversación, con la idea de crear un pacto de credibilidad con el lector.
El tiempo de la historia es lineal y coincide con el tiempo del relato.
Hay una charla telefónica entre la chica y su madre donde el narrador se preocupa por crear una identidad de cada personaje.
El narrador utiliza a los personajes, en esta charla telefónica, para contar cosas del pasado. Son los personajes quienes se encargan, en mayor parte, de contar la historia.
Lo que cuentan la chica y su madre es la clave para entender los comportamientos de Seymour, el esposo de la chica.
Me atrevo a dividir la historia en dos partes: la primera esta basada en la charla telefónica que mantienen la chica y su madre, donde se anticipa quien será el personaje principal de la segunda parte de la historia; la segunda parte se basa en el personaje que fue anticipado en la primera parte. El personaje es Seymour, un muchacho que estuvo en la segunda guerra mundial, y sufrió las secuelas de esa experiencia. Seymour es un hombre con mentalidad de niño. Se hace amigo de niñas pequeñas, con las cuales mantiene un mismo código. Ese código que se basa en la imaginación y en la inocencia que tiene los niños. Ese código que para los adultos es incomprensible, y que por eso lo consideran un loco.
La historia 2, la historia secreta que define Piglia, en este cuento seria las secuelas que dejo la experiencia de la guerra en Seymour. Secuelas incomprencible para quienes no vivieron esa experiencia. La historia secreta da cuenta de la incompatibilidad entre dos mundos: el de los que participaron de guerras, con el de los que no participaron.


El hombre que ríe

El narrador de este cuento coincide con uno de los personajes. La historia se cuenta en primera persona y se basa en el recuerdo de hombre adulto que cuenta una etapa de su niñez.
Este cuento tiene dos historias visibles en la superficie, una historia dentro de otra. La historia madre es la que cuenta el hombre, cuando recuerda que fue parte del grupo denominado ¨ Comanches ¨. Grupo que tenía como jefe a un muchacho de unos 23 años creador de la segunda historia visible en la superficie: ¨ El hombre que ríe ¨.
El jefe, así era como lo llamaban los comanches, les contaba en el autobús que los trasladaba de un lugar a otro, la historia de un niño que había sido secuestrado, y que por no obtener el dinero del rescate, sus secuestradores le desformaron el rostro convirtiéndolo en un moustro. Con el tiempo este niño se venga de sus enemigos asesinandolos.
Esta historia del hombre que ríe se entrelaza fuertemente con la de los comanches, porque el hombre que ríe termina siendo un referente muy importante en sus vidas, todos se sienten ser legítimos herederos del ¨ hombre que ríe ¨.
La historia del jefe y su novia es contada desde el punto de vista de un niño, por eso hay situaciones que el narrador cuenta, pero no comprende.
Creo que la historia 2 de este cuento, la historia secreta, puede llegar hacer la relación entre la historia de amor entre el jefe y la chica, una historia que termina con la separación, y la historia de ¨ el hombre que ríe ¨ que termina con su muerte.
Se puede entablar una relación entre la muerte y el final de un amor. Cuando una relación se termina, una parte de uno muere.
Es muy conocida la frase ¨ hay amores que matan ¨. Creo que Salinger quiso demostrar ese tipo de amor y utiliza la muerte de ¨ el hombre que ríe ¨ para demostrar el sentimiento del jefe.
Además, la muerte y el amor, son dos cuestiones que superan a la comprensión de los niños. Por eso, el narrador de la historia no sabe como describir lo que siente y solo dice: … recuerdo que me temblaban las rodillas. Unos minutos más tarde, cuando bajé del autobús del jefe, lo primero que ví fue un trozo de papel rojo que el viento agitaba contra la base de un farol de la calle. Parecía una mascara de pétalos de amapola. Llegué a casa con los dientes castañeteándome convulsivamente, y me dijeron que me fuera derecho a la cama.

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